viernes, 19 de abril de 2013

Xoel

Ya no queda nada para que nos conozcamos. Llevamos un tiempo compartiendo emociones, sentimientos... y parece mentira que te quiera tanto sin haberte visto aún.

Has cambiado un millón de cosas en mí, con el simple hecho de existir. Has luchado como un campeón todos estos meses a pesar de haber tenido muchas cosas en tu contra. Tan pequeñito... y tan fuerte ya.

Sabía que estabas ahí. Aún era pronto, pero estaba convencida de que algo estaba cambiando en mí. Me sentía rara, diferente, y simplemente quise asegurarme desde cuándo estabas dentro de mí.

Papá estaba feliz. También te esperaba y te deseaba antes de que yo le dijera nada. Lo único importante eras tú y eso le daba sentido a todo lo demás.

Los primeros meses fueron duros. Temí perderte varias veces, me asusté con otras cosas que nos pasaron, pero tú tenías que estar en nuestras vidas y luchaste por hacerte un hueco, por vivir. Y papá, aunque aún no estaba físicamente aquí, jamás dejó de estar cerca de nosotros. 

Pocos sabían en ese momento de tu existencia. Papá y yo decidimos ser cautos, a pesar de querer gritar a los cuatro vientos la alegría que suponías en nuestras vidas. 

Mareos, náuseas, miedos, dudas... aún a día de hoy temo muchas cosas, pero en esos momentos pasaba del terror que me suponía ser tu mamá, a la felicidad y agradecimiento absolutos por ser el regalo más grande de mi vida.

Poco a poco, todos esos miedos relacionados con la salud se fueron disipando. Los malestares seguían ahí, pero al menos el peligro más inminente había pasado. 

Y por fin vino papá. Al fin los tres juntos. Ya estaba; la felicidad completa. Y cuando pudimos irnos a nuestra casa con todas las peripecias que eso supuso, sentí que estaba naciendo nuestra familia.

Queda muy poco para que este viaje acabe y para emprender otro más largo y complicado aún. Haces que el miedo que siento por todo esto que va a venir se mezcle con la curiosidad y el probarme a mí misma hasta el extremo más absoluto. Pero no te preocupes; papá siempre está detrás para sujetarme cada vez que tropiezo.

Lo más importante que he aprendido en estos meses, es que no deseo otra cosa que haceros felices a los dos, y poder demostraros lo mucho que os quiero. Si solo pudiera devolveros una mínima parte de lo que vosotros me dais a mí, me conformaría. Pero quiero más que eso. Quiero dároslo todo. A los dos hombres de mi vida. Al que me ama sin medida, y al que le entrego mi vida.